El Matrimonio Igualitario

El matrimonio igualitario se ha legalizado en gran parte de Occidente, siendo el primer país en validarlo Países Bajos en abril de 2001. En Chile el debate formal sobre su legalización se puede fijar en el año 2017, cuando bajo el gobierno de Michelle Bachelet presentó el proyecto de matrimonio igualitario, bajo los argumentos del respeto y la aceptación a la diversidad familiar fundamentalmente, además del reconocimiento de los derechos de la comunidad Lgbti+ en su igualdad de condiciones con los heterosexuales. Estaríamos ante un hecho histórico casi sin parangón. Cabe mencionar que la institución del matrimonio en Occidente se remonta -formalizado bajo la ley – al Imperio Romano, donde el jurista Modestino quien viviera en el siglo III D.C, lo definiera así: “El matrimonio es la unión de un hombre y una mujer, consorcio en todas en todas las cosas de la vida, comunicación de derecho divino y humano”.  Aunque ya existía en el mundo judío y por consiguiente luego en el mundo cristiano, alrededor del año 1400 A.C, es en el imperio romano donde adquiere un formato de contrato civil en el marco del derecho. Cabe mencionar que en las comunidades indígenas de América el matrimonio también se practicaba como costumbre y bajo normativas especificas, por ejemplo, en el pueblo Aymara es una especie de contrato denominado Chacha-Warmi.

   Es así, que el matrimonio como contrato entre un hombre y una mujer ha estado presente a lo largo de la historia. El hecho que sea entre un hombre y una mujer responde a la naturaleza complementaria del hombre y la mujer, siendo singulares y diferentes lo que determina la complementariedad de dicho vínculo. Este hecho ha sido cuestionado argumentando que el matrimonio en sí no está determinado por la natural complementariedad, si no que sus raíces serían únicamente culturales. Y, de esta forma, la cultura como característicamente voluble, el matrimonio entonces sería un contrato que dependerá de la cultura y contexto histórico de cada pueblo y no habría en éste raíces naturales, por lo que el matrimonio igualitario se justificaría por el carácter relativo del significado de matrimonio en sí, a cada cultura, cuando no sujeto a una naturaleza universal. Entonces, es la visión que define el comportamiento y las normativas humanas sólo desde la óptica de la cultura sin tomar en cuenta otras disciplinas, en la que se sustenta la validez del matrimonio igualitario.

    Dicha visión se manifiesta con bastante claridad en la teoría de género, paradigma que trata de explicar la sexualidad humana como un producto de la cultura, separando por un lado el sexo – que vendría a ser lo genital – y el género, que vendría a ser las variadas formas de ser mujer, hombre, lesbiana, etc. sin estar condicionado no determinado por lo biológico. En otras palabras, la mujer no es mujer por su propia naturaleza , si no que adquiere su carácter de mujer dependiendo de cómo la cultura forme la femeneidad. Así, la sexualidad humana sólo adquiere sentido desde su esfera cultural, descartando cualquier nexo entre sexualidad humana y naturaleza. Esta visión se refleja, por ejemplo, en la teórica de género Marta Lamas, quien defiende al género como fundamento de la sexualidad negando que éste se relacione con la biología de cada sexo, llegando a afirmar que el sexo no significa nada. Esta forma de ver las cosas es absolutamente errónea, primero por que monopoliza el concepto de sexualidad desde lo cultural y segundo por su profundo desconocimiento de la disciplina biológica en general al vaciar de significado el concepto de sexo, reduciéndolo solo a lo genital y nada más. Lo concreto es que la sexualidad humana es algo que se explica desde aristas biológicas, psíquicas, fisiológicas, hormonales y psicológicas, además de culturales y sociales. Es decir se explica desde lo natural como universal como también desde lo social. Aunque antes que nada, lo natural juega un rol fundamental en el comportamiento humano, como ya lo advierte el reconocido psicólogo evolucionista Steven Pinker en su obra “La tabla rasa”.

 Entonces, el matrimonio como vínculo y contrato entre hombre y mujer, puede basarse en la naturaleza complementaria del hombre y la mujer manifestado en la singularidad de cada parte manifestada desde lo psicobiólogico a lo erótico. Ahora bien, desde los argumentos que defienden el matrimonio igualitario se dice que la filiación homoparental suscrita en el matrimonio prácticamente acabaría con los niños del Sename, aludiendo a la adopción de niños por parte de parejas homosexuales. En este punto se pueden cuestionar dos cosas: el niño o a niña tiene antes que nada el derecho a un padre y a una madre antes que a la necesidad de una pareja, y por otra parte, según la experiencia de los países donde se practica el matrimonio igualitario, las adopciones homoparentales no han acabado con los huérfano ni tampoco se concentran necesariamente en adopciones propiamente tal. Prueba de ello son las practicas de fecundación in vitro por parte de homosexuales, en donde se practica el “vientre subrogado” en el caso de los hombres homosexuales y la fecundación in vitro en el caso de las mujeres. En otras palabras, ya que por naturaleza no existe procreación entre parejas del mismo sexo, estas parejas deben comprar ya sea un óvulo o esperma y su fecundación, en el caso del vientre subrogado se arrienda el útero de una mujer para la fecundación in vitro, resultando un hijo que no conocerá su origen, comprado básicamente por la pareja. Es así que el niño quedaría prácticamente reducido a una mercancía cuestión más trágica aún que solo la huerfanidad.

  De esta forma el matrimonio igualitario vendría a afectar tanto a los niños como a la historia y naturaleza misma de la institución del matrimonio. Algo no extraño – aunque bastante cuestionable- dado el espíritu de nuestra época. Como lo dijera el reconocido escritor y periodista Chesterton en el ocaso del SXX “La sociedad cae en depravación cuando la tolerancia se vuelve un fin en si mismo, sin importar lo que se tolere”.

Por Daniela Paz del Valle Hansen

Padres Objetores Chile

1 comentario en “El Matrimonio Igualitario”

  1. Excelente explicación de por qué, el mal llamado «matrimonio igualitario», no tiene bases científicas que justifiquen su existencia, sino más bien, se trata de un simple negocio de comprar óvulos o esperma, además de un vientre de alquiler, sin pensar en que ese niño necesitará, en algún momento de su vida, conocer su origen. Realmente, veo en todo esto una inconsciencia y egoísmo tremendo de parte de la comunidad lbgti+, quienes sólo piensan en satisfacer sus deseos, sin pensar en los derechos elementales de los niños a los que pretenden tener como «hijos» como si se tratara de mascotas sin sentimientos.

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