Miguel de Unamuno publica, en 1928 una obra titulada “Abel Sánchez” , evocando el relato bíblico de los hermanos Caín y Abel del Antiguo Testamento.
Los personajes de esta novela son Joaquín Monegro y Abel Sánchez, dos amigos desde la infancia que se crían como hermanos. Esta obra transmite los pensamientos y pasiones de los personajes, profundizando y revelando lo más abominable de sus almas. Muestra a un envidioso y angustiado Joaquín y a un vanidoso Abel.
Unamuno elige este relato bíblico para mostrar la agonía de la pasión que sufre Joaquín en su proceso íntimo de su lucha contra la envidia.
Joaquín, durante toda la obra, cela a su amigo Abel de manera obsesiva envidiando su vida, su suerte, su mujer, en forma enfermiza, incluso el cariño de sus nietos.
Joaquín de temperamento reservado, introvertido, inteligente, melancólico, estudia Medicina, con excelentes calificaciones. Abel Extrovertido, alegre, expansivo, comunicativo, Sanguíneo, estudia Artes; ambos logran éxito, pero quien tiene mayor llegada con las personas es Abel, razones que provocaban la envidia de su amigo. Entre otros motivos, Abel le quita el amor de su vida, y también el amor y la simpatía de los amigos, incluso el amor y la preferencia de los nietos que tenían en común.
Como ya hemos dicho, Los acontecimientos que tan magistralmente relata Unamuno, evocan a lo que acontece en la historia bíblica de Caín y Abel, con situaciones semejantes que coinciden emocionalmente y también en un fatal desenlace provocado por un ciego sentimiento de celos y envidias.
La situación que vive la sociedad actual tiene mucha semejanza con el ambiente sicológico-social que muestra Unamuno. La presencia del celo y la envidia en las personas son, muchas veces, la motivación para vivir, suponiendo que si adquirimos lo mismo que el vecino o el amigo nos hará felices y si no podemos lograrlo nos produce frustración, amargura, angustia, ansiedad, enojo y envidia; revelando con esa mirada cuál es la escala de valores que está imperando en nuestra sociedad.
Cómo atacar este mal que tanto daño hace a la humanidad, aunque parezca repetitivo, la respuesta está en la familia, pero una familia que esté centrada en Dios, en sus consejos, en su dirección, una familia que sabe amar, respetar y valorar a cada uno de sus integrantes.
Los padres no debemos hacer diferencias entre nuestros hijos, no debe haber un hijo predilecto, puesto que eso causa dolor, amargura, celo y envidia en los demás. Si las prácticas de diferenciación son reiteradas esa actitud de los padres va a empezar a causar heridas emocionales profundas en la familia, las que serán muy difíciles de deshacer o curar. El ejemplo está en la historia de Rebeca, del pueblo judío, quien dio un trato preferencial a su hijo Jacob, menospreciando a Esaú, su hermano, actitud cuyas consecuencias aún se viven en la formación de dos pueblos que viven hasta hoy en constantes discordias.
Todos los hijos son diferentes, cada uno tiene virtudes y defectos, y debemos amarlos de igual manera. No debemos hacer comparaciones, porque alguien va a salir dañado emocionalmente, y provocaremos dolor y angustia en uno y orgullo y vanidad en el otro, lo que llegará en muchos casos a la violencia, al odio, a la venganza, al desánimo, a la depresión, a la rebeldía, sentimientos que fortalecen los pensamientos negativos y que pueden desencadenar en un problema de salud mental y psíquica.
Que los hijos sean felices, y que disfruten la vida con alegría y optimismo es un objetivo deseable de toda familia, pero este objetivo nunca se logrará si hacemos algún tipo de discriminación entre ellos, todos merecen nuestro amor y cuidado, todos son importantes, aceptemos sus diferencias, nuestra labor como padres es crear lazos cada vez más fuertes que nos unan en un abrazo fraterno y armonioso, y no dar lugar al odio, al orgullo o a la envidia, sentimientos destructivos que pueden dañar el alma de nuestros hijos.
El salmista dijo: “Herencia de Jehová son los hijos: cosa de estima el fruto del vientre….Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos”
Por: BETH/ROSARIO/JULIO 2020

Somos un conjunto de ciudadanos, padres y madres, que frente a la política estatal de implantación de la ideología de género en la educación chilena, y consientes del derecho originario, natural y constitucional de los padres a ser los primeros educadores de sus hijos, nos unimos para exigir el respeto a este derecho inalienable, por parte del Estado, y de cualquier persona natural o jurídica, que nos lo conculque o incurra en omisiones que signifiquen lo mismo.
No sabía de esa historia de Unamuno, es muy asertivo él,
El favoritismo convierte el hogar en un espacio de competencia, y no de acogida, lo cual afecta al desarrollo de los niños. Las consecuencias del favoritismo entre los hijos que no son nuestros preferidos son variadas. Pero ninguna positiva.
Mi abuelita decia que las madres no tienen hijos preferidos, solo ayudan al mas leso(chiste).
Hacen falta estos consejos porque ser padres es una gran responsabilidad y se va aprendiendo junto con los hijos.