«Juventud, Divino tesoro,¡ya te vas para no volver¡
¡ya te vas para no volver¡
Cuando quiero llorar, no lloro…
y a veces lloro sin querer…»
Ruben Dario
Juventud divino tesoro, así empieza el poema del mismo nombre del poeta nicaragüense Rubén Darío, juventud codiciada perversamente para ser usada, manipulada, explotada, confundida, abusada por perversos que ven un «divino tesoro» para sus más inconfesables propósitos. Ellos, la juventud de hoy, no es exaltada por los poetas, pero sí como centro de las prioridades de grupos que trabajan arduamente en deconstruir la actual civilización, a través de las instituciones que la integran, así vemos como estas instituciones caen una tras otras, ejemplos: iglesias, poder judicial, parlamentos, universidades, todas las instituciones extremadamente ideologizadas.
Estas instituciones adquieren un discurso ideológico común y útil para atacar a la primera institución humana, la familia que es anterior al Estado, la cual resiste con fisuras, pero resiste. Este es el último bastión que existe para la protección de los hijos, sean niños o adolescentes. El objetivo arrancarlos, desarraigarlos de la familia porque serán los ciudadanos- manada del nuevo orden mundial, reflejado en otro tipo de sociedad.
El ataque ha sido feroz, y entre niños y adolescentes, hay pérdidas de vidas arruinadas por un discurso perverso para confundir la personalidad de adolescentes que recién comienzan a descubrirse así mismos y su entorno. Así encontramos cada vez más frecuentes noticias sobre los invasivos tratamientos de cambio de sexo que parten a muy corta edad, y después de unos años, cuando la confusión-«disforia» se disipa como la niebla de la mañana, los jóvenes descubren que les han arruinado la vida, los gritos de dolor de esos adolescentes son acallados por quienes manejan el lucrativo e inmoral negocio de las cirugías de reasignación de sexo y sus respectivos tratamientos hormonales.
Así, se produce el fin de una vida que no supo y nunca va a saber que la Juventud es un «Divino Tesoro», y que tiene su tiempo de maduración, de entendimiento y de saber escuchar con amor los consejos y desvelos de los padres que luchan para que sus hijos no sean confundidos en su individual naturaleza, ni hipersexualizados por las multinacionales pseudo progresistas de la perversión sexual que ya están en todos los ámbitos de la sociedad, y que adhieren a la agenda 2030.
#ProgresismoNoEsProgreso
j. Francisco Fritis C.
Pdte ONG Padres Objetores Chile
En un caso que sería inédito en España, una joven de 24 años se arrepintió del proceso de cambio de sexo al que se sometió hace años atrás, cuando solo tenía 15. Acusa un diagnóstico incorrecto de disforia de género (el nombre técnico de «estoy en el cuerpo equivocado») y la ausencia de acompañamiento psicológico en su transición de mujer a hombre. Por esto, interpuso una reclamación contra el Servicio de Salud, el paso previo a una demanda, siendo la primera de este tipo que se presenta en ese país.
La afectada es Susana Domínguez, quien relató su situación al diario «El Mundo» de España. Cuenta que, siendo adolescente, se sometió a un tratamiento de hormonas y operaciones en que le extirparon los pechos y el útero, para convertirse en un chico e incluso llegó a cambiarse el nombre en el Registro Civil, pasando a llamarse Sebastián.
«Estábamos en casa cuando me dijo que se sentía chico. No me lo esperaba para nada, pero le dije que iríamos a la psiquiatra que la trataba ya por depresión y ansiedad (…) Se pasaba el día llorando, diciendo que necesitaba testosterona y operarse, que solo eso podía ayudarla», relata su madre. Susana hoy admite que «todo fue por ver videos de YouTube, de gente que había cambiado de sexo y decía que su salud mental había mejorado». Su psiquiatra le dijo desde el primer momento a la madre que tenía que aceptarlo, ya que «si ella se siente chico, es que es chico». La joven fue derivada al Hospital Marítimo de Oza, donde el psicólogo especializado en género dictaminó que necesitaba un tratamiento de hormonas. La endocrina pública del hospital comenzó a hormonar a Susana con 16 años, siendo menor de edad. «A los 18 le hicieron una mastectomía, le quitaron los pechos. Como la sanidad pública no lo hacía en ese momento, la endocrina nos dio dos nombres de cirujanos del hospital que operaban en la privada, y así lo hicimos. Costó 6.000 euros», relata la madre. Tras esto, acudió al Registro Civil y se cambió su nombre Sebastián. Un año después, dado que seguía menstruando pese a las hormonas, la endocrina le recomendó que se hiciera una histerectomía. Así le retiraron el útero y los ovarios en el Hospital Universitario de A Coruña, teniendo 19 años de edad. «¡Yo tenía 15 años! ¿Cómo me dejaron hacer eso?» Pero luego de esta segunda intervención, la joven «empezó a sentirse fatal», cuenta su madre. «Fuimos a un psicólogo privado y al poco tiempo Susana me dijo que ya no quería ser chico, que era una chica», relata la madre. «Me siento muy culpable (…) todo el mundo me dice que cómo no me di cuenta del error», agrega. Susana recuerda que «cuando estaba transicionando me seguía sintiendo mal, a veces pensaba que me había equivocado y que igual solo era una chica con problemas mentales. Luego encontré el foro Detrans en Reddit para gente que se arrepiente de transicionar, y me identificaba con lo que ponían. Sentí ira contra ese psicólogo que me hizo los informes sabiendo que esto no me iba a ayudar. Me quería morir». La joven había tardado seis años en darse cuenta de que quizás sus problemas mentales, que incluían depresión y trastorno esquizoide –además de rasgos de un trastorno del espectro autista– la habían incapacitado para tomar la decisión correcta, y que no era un chico en cuerpo de chica, como le había dicho cuando solo tenía 15 años. La madre dice que «cuando Susana decidió que no quería ser chico, llamé a la endocrino para decírselo. Me dijo que la intentara convencer de que siguiera delante, que no cambiara, porque igual era peor. Imagino que no quería admitir que se habían equivocado».
En 2020, la joven, aterrada por el error cometido, volvió a ver al psicólogo del Servicio Gallego de Salud que seis años antes le había dado luz verde a su tratamiento de cambio de sexo. Le contó que ella siempre había sido una mujer, pero con serios trastornos que nada tenían que ver con la transexualidad, lo que el profesional de la salud mental no había sabido ver a tiempo, sino que se limitó a atender el autodiagnóstico de la adolescente, influenciada por foros de internet. «Me manipulaste llorando, pero yo ya sabía que el cambio de sexo no iba a hacerte sentir mejor», fue la respuesta del psicólogo. «Si no sabía ayudarme me podría haber enviado a otro, en vez de arruinarme la vida», se lamenta la joven. Mientras que la primera psiquiatra, la que la derivó al psicólogo, le respondió: «Pero si tú estabas muy segura». «¡Yo tenía 15 años! ¿Cómo me dejaron hacer eso? ¿Cómo podía estar segura de lo que quería?», cuestiona la joven. «Y ahora, ¿qué hacemos? ¿Cómo se arregla esto?», se pregunta su madre. Su hija ya no tiene aparato reproductor. Susana dejó de tomar hormonas masculinas y ahora va a tener que tomar las femeninas toda la vida porque ya no puede producirlas naturalmente. Los daños son prácticamente irreversibles. Se conoce un caso similar en el Reino Unido, donde Keira Bell consiguió en 2020 una indemnización, cambios legislativos y el cierre de la clínica donde se le cambió de sexo. La Justicia decidió allí que a los 15 años, cuando también Susana comenzó su proceso, Bell no tenía madurez suficiente para tomar una decisión de ese tipo. Otros países europeos, como Francia, Noruega y Suecia, ya han dado marcha atrás a sus legislaciones al probarse que se permitía acceder a estos tratamientos a menores sin la madurez necesaria y a enfermos mentales que en realidad no eran transexuales.
Fuente: Emol.com – https://www.emol.com/noticias/Tendencias/2023/02/23/1087520/espanola-arrepentida-cambio-de-sexo.html

Somos un conjunto de ciudadanos, padres y madres, que frente a la política estatal de implantación de la ideología de género en la educación chilena, y consientes del derecho originario, natural y constitucional de los padres a ser los primeros educadores de sus hijos, nos unimos para exigir el respeto a este derecho inalienable, por parte del Estado, y de cualquier persona natural o jurídica, que nos lo conculque o incurra en omisiones que signifiquen lo mismo.