Días antes de morir, el cantante de Jarabe de Palo agradeció con una canción a todos lo que han estado con él durante su combate contra el cáncer. Una visión que puede ayudarnos a todos en estos momentos
Pau Donés, el líder del grupo Jarabe de Palo, ha fallecido hoy a sus 53 años a causa de un cáncer. Poco antes de morir nos regaló una gran lección. Eso que tú me das es la canción que compuso para agradecer a todos lo que han estado con él a lo largo de estos años de lucha contra la enfermedad.
Con este single con el que nos puso la miel en los labios de un nuevo disco que saldrá en septiembre, Tragas o escupes, Pau ha querido homenajear a su gente y dar gracias a la vida.
Pau no ha temido mostrar su evidente cambio físico en un un videoclip que en poco tiempo, una semana, acumuló un millón de visitas. Pau ha querido dar las gracias en una canción que hoy, el día de su muerte nos conmueve a todos. Pau ha luchado y ha saboreado la vida hasta el final.
Me gustaría destacar este espíritu de gratitud de un cantante que, en vez de encerrarse se abrió al mundo para agradecer todo lo que ha recibido.
Conmueve su vitalidad, su entereza nada impostada y su talante esperanzado dentro de la desgracia.
Quizá podría inspirarnos a los que hemos salido del confinamiento para recuperar la vida en diferentes tesituras. Unos con un agradecimiento sin excusas, otros, apoyados por los primeros, dando gracias de nuevo por la vida, aunque nos hayamos dejado jirones en el camino.
La vida es un don inmenso que hay que abrazar pues hay que seguir para reconstruirnos por dentro y por fuera.
Para un porcentaje alto de la población la pandemia del coronavirus y el confinamiento han supuesto paro, hambre, el hundimiento del negocio o de la empresa. Para un porcentaje también alto, la COVID-19 ha supuesto la muerte de algún ser querido, a veces sin acompañamiento familiar. Pero existe un tercer sector muy amplio de la población que casi ha salido indemne de esta crisis.
Estuvieron confinados y, con la desescalada, están recuperando la vida normal. Reabren sus negocios, regresan al trabajo de modo presencial. Quizá pasaron la COVID-19, pero se recuperaron, ellos o sus parientes. Lo han pasado mal pero ahora se les han abierto, a este tercer colectivo, las puertas de la vida cotidiana.
Se podría decir metafóricamente que han entrado de nuevo en la vida. Y en la vida en todo su esplendor. Han salido, han visto o pronto verán a sus familias tras meses de distanciamiento. Han disfrutado de la primavera. Han recuperado el regalo de la vida normal.
Sí, ahora están percibiendo la vida normal, la “nueva normalidad”, como un mundo maravilloso que casi se había perdido y que ahora regresa con todo su color, su vida social (con las consabidas precauciones), con los paseos, las terrazas y quizá las excursiones.
La vida regresa como un don. Como una ofrenda casi deslumbrante que hace tres meses parecía lo más normal del mundo. Es un don que hay que agradecer para saber estar a la altura de lo que hasta ahora teníamos y quizá no apreciábamos.
Por eso, es necesario que aquellos a los que esta pandemia no les ha causado grandes sufrimientos sean sensibles y estén pendientes de quienes han pasado por un momento vital duro y complicado.
Para los que el coronavirus ha terminado con la vida de un ser querido, con un negocios o empleo, la nueva normalidad está llena de duelo mientras que, para los que han salido bien parados, el regreso a la vida está lleno de gratitud.
Ahora toca que sigamos en esa dinámica de solidaridad que inauguraron los sanitarios. Ahora es cuando nos debemos acercar a los más perjudicados para acompañarles como respuesta a esta bendición que supone haber superado la pandemia a penas sin rasguños.
Quizá hay que acompañar a los que buscan trabajo y a los que recuerdan como un hachazo la muerte a distancia de un marido, de un padre, de un abuelo… Incluso visitar a aquel amigo que superó el coronavirus pero que ha quedado muy debilitado y aún le falta tiempo para recuperarse.
En la letra de la canción de Pau Donés que ha inspirado este artículo hay un destinatario de la gratitud que queda difuso. Si os fijáis en el vídeo y en la letra veréis que, por detrás de esta actuación, en la terraza, penden dos imágenes de la Virgen. Una es seguro la Virgen de Guadalupe. La otra no sé identificarla.
¿Y si la clave de la gratitud de Pau Donés incluye a Dios y a su Madre? ¿Y si está agradecido a la vida que Dios le ha dado, aunque ahora se la lleve? Vale la pena escuchar bien la letra. Regresemos tras el confinamiento de nuevo a la vida con el talante de Pau Donés.

Somos un conjunto de ciudadanos, padres y madres, que frente a la política estatal de implantación de la ideología de género en la educación chilena, y consientes del derecho originario, natural y constitucional de los padres a ser los primeros educadores de sus hijos, nos unimos para exigir el respeto a este derecho inalienable, por parte del Estado, y de cualquier persona natural o jurídica, que nos lo conculque o incurra en omisiones que signifiquen lo mismo.