«Unplanned»: mucho más que un rotundo sí a la vida

La película, incómoda en muchos sectores y en muchos ámbitos, deja clara la situación de deshumanización por la que atraviesa el mundo, desarrolla argumentos demoledores e incontestables, hace hincapié en que es un negocio que da mucho dinero y a los sectores provida se les tilda, injustamente, de fanáticos extremistas

El viernes, 3 de julio llegó a las salas de cine españolas el intenso drama autobiográfico estadounidense Unplanned, escrito y dirigido a dos manos por Cary Solomon Chuck Konzelman -a partir de la publicación de las memorias de título homónimo de la psicóloga Abby Johnson-, de cuya distribución responde European Dreams Factory.

En síntesis, el filme sigue sus peripecias narradas en primera persona. Es una de las directoras más jóvenes de las clínicas Planned Parenthood. Ha estado involucrada en más de 22.000 abortos y ha aconsejado a innumerables mujeres respecto a la toma de decisiones relacionadas con la reproducción. De hecho, tal era su implicación y su pasión por el asunto que llegó a convertirse en portavoz de la multinacional franquicia. Sin embargo, un día su vida experimentará un cambio, inesperado y radical, que le hará replantearse su continuidad en el centro abortista.

Sin pelos en la lengua, este necesario y urgente trabajo, va al grano desde el principio y centra su atención, a partes iguales, en los argumentos que esgrimen los grupos provida, apostados tras la valla que comunica con la clínica, y en los que se dan dentro de ella.

Ciertamente, el cuentacuentos con que seducen a la propia Abby de que conozca la multinacional son falaces y tramposos, pero suficientes para que una estudiante de tercero de psicología se interese por ellos, a pesar de que nuestra protagonista esté integrada en un contexto de familia íntegro, católico, y a favor de la vida. En este sentido, Abby intenta convencer a su familia de que lo que va a hacer es algo positivo, entre otras cosas, porque ya tendría un empleo -en calidad de terapeuta-, lo cual sus padres acogen con recelo.

Por otro lado, y dada su inteligencia destacada, a Abby le proponen la dirección del centro abortista, que acepta sin miramientos. Eso sí, a su segundo marido -el primer matrimonio fue un chasco y ella abortó en esa misma sede- no le parece una buena idea, precisamente porque tiene poca consistencia que dirija una clínica que ejecuta a los bebés inocentes de las niñas adolescentes que acuden allí los sábados -es el día de practicar abortos- y al tiempo muestre con orgullo su embarazo.

Deja un comentario